La pintura egipcia nace hacia el 4.000 a.C., con la decoración de cerámicas, con dibujos y motivos muy simples, realizados en colores terrosos naturales.
En un principio, la mayoría de las obras se centraban en el ámbito funerario, con el fin de ayudar al difunto en su viaje al más allá. Se utilizó también en tumbas civiles, ya que la pintura era considerablemente más barata que el relieve o la escultura.
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